sábado, 14 de febrero de 2009

Esta semana ha estado divertida...


Esta semana, ¡por fin! tuve sesión de bondage y dominación con un financiero que había probado otras Amas en diferentes países, y declaraba sentirse insatisfecho por tener que interrumpir la dinámica de una sesión para indicar con qué podrían seguir.

Fue mi primer outcall desde que cerré mi antiguo estudio. Me reí mucho todo el tiempo, provocándolo, tonteándolo, manipulándolo. Guapo, buen cuerpo, deportista… Quise usar mi humbler pero desde el principio estuvo excitado. Quedó contento y yo también. Fue muy buena experiencia, y espero que repitamos la próxima vez que aterrice aquí en la Ciudad de México.

Luego sesioné con uno de mis regulares más pervies. Bueno, ya no había sido regular (está visto: a todos nos ha pegado la crisis), pero quizá sea el más perverso. Aunque lo siento inocente, ¿eh? Me gusta cómo juega: como niño. A pesar de que no parece nada pueril tener que estarles dando órdenes a sus subalternos a media sesión pues le llaman con frecuencia (y a él sí le permito tener a la mano su radio).

Tuvimos una linda conversación sobre límites, cuidado y fantasías en tanto llegaba mi chofer. La verdad, yo lo extrañaba, y con mucho placer lo rocié con mi lluvia dorada: primero a gotas y pequeños chorros con los cuales dibujé diagonales y curvas en su pecho, y después, sentada en en él, lo inundé.

Luego, anoche, estuve con varias parejas, en una de las cuales monté al hombre y luego me tocó hacérselo a la chica

Fue una negociación clara: el marido dijo que me permitiría estar con ella si yo me dejaba penetrar, y a mí ¡cómo se me antojaba! Pero primero lo monté yo a él, y lo usé para hacerme temblar antes de bajarme y ponerme a su disposición.

-Ya sé lo que te excita, me dijo.
-¿Cómo?

Estaba intrigada: ¿qué podría saber alguien a quien una desconocida no había hecho más que pedir un cigarro, en una de las muchas mesas del club swinger de moda?

-Estar arriba, contestó.

Asentí.

Descubierta, me puse un guante en la mano derecha, ajusté a mi cadera el arnés de un dildo negro, se lo introduje a su hermosa mujer, me puse a golpear su pubis con el mío de manera bestial, y luego estuve torturándola con mi puño dentro hasta que mojó a borbotones la gran cama que preside el cuarto oscuro.

Y esta mañana, para rematar, recibí a mi sumiso R. para que limpiara mi departamento vestido con mallas grises y aparato de castidad. Lo utilicé con dos amigas que vinieron a desayunar conmigo: les enseñé el tejido del arnés de tortuga y cómo desorientar al sometido con el uso caprichoso de la cane...

Pero todo empezó con una linda visita, as it says below.